En su visita a Turquía, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner accedió a colocar una ofrenda floral ante la tumba de Mustafá Kemal Ataturk, uno de los principales responsables del Genocidio Armenio iniciado en 1915, y la posterior política negacionista que el Estado turco mantiene hasta el día de hoy.
Ese repudiable homenaje constituyó una contradicción con la política de derechos humanos que ha venido sosteniendo el gobierno nacional, siendo justamente bajo el mandato del ex presidente Néstor Kirchner que Argentina reconoció oficialmente el Genocidio Armenio y se estableció por ley el 24 de abril como Día de acción por la tolerancia y respeto entre los pueblos, en memoria de aquel impune crimen.
¿Qué sentirían las Madres de Plaza de Mayo y los miembros de la colectividad judía si la Presidenta homenajeara a Videla y a Hitler, por ejemplo?
Rendir homenaje ante la tumba de Ataturk es un error histórico que afrenta la memoria no sólo de un millón y medio de armenios masacrados a partir del 24 de abril de 1915, sino de los mártires de todos los genocidios.
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