Aunque pudiera resultar una cosa por demás trillada y hasta
"kitsch" por lo gastado a esta altura, siempre es un acto de justicia
reivindicar y destacar la obra que nos legó Sui Generis, una de las joyas más
valiosas dentro del tesoro artístico de la humanidad, que merece ser
reconocida, disfrutada y admirada en el mundo entero.
Impecable desde lo musical, hasta en el más pequeño arreglo Charly García
destila un talento y una sensibilidad musical increíble y única. Sus melodías
son tan preciosas que enseguida cautivan hasta a quien carezca por completo de
cualquier inclinación hacia la música. Sus voces, tan pulcras y armoniosamente
combinadas, estremecen.
Con una originalidad peculiar, su música nos eleva a una experiencia poética
donde además de lo musical subyace un plano literario, en el que cada canción
pareciera convertirse en un pequeño cuento encantador.
Poesía, belleza, creatividad, inteligencia, profundidad, rebeldía, crítica
social, sensibilidad, melancolía, en un grado llamativo en muchachos que apenas
pasaban los veinte años, hay condensados en los pocos discos que grabaron (tres
de estudio), donde cada canción es una pieza clásica e inolvidable de la música
contemporánea, y que, a quienes no vivimos esa época, nos da la impresión de
que representaran la voz de una generación.
Fue hace poco que me volví a sumergir en la obra de Sui Generis, esta vez desde
una mirada más analítica de la que puede tener un adolescente, y la emoción
producida ante semejante creación artística fue tal que siento la necesidad de
reivindicar una vez más al genio de Charly García. Al de antes, flaco, bardero
y reventado; al nuevo, gordito, sedado y bonachón. Esté como esté, Charly
siempre va a tener una faceta excepcional, porque él es esencialmente eso; un
ser excepcional. No una oveja más del consabido rebaño, y eso está clarísimo en
toda su vida y obra.
Quienes, sin conocer su trabajo, tienen determinados prejuicios sobre él por su
anterior faceta de escándalos mediáticos y demás, debieran adentrarse profundamente,
con alma y vida (como requiere en realidad toda creación artística para ser
verdaderamente sentida, percibida y captada) en la obra de Sui Generis para no
perderse a un artista inigualable.
En su carrera solista, al virar más hacia el rock, sus composiciones fueron
tornándose algo más mediocres y anodinas a mi criterio, por las propias
características y limitaciones del género.
En Sui Generis es donde se trasluce de modo más diáfano y prístino el chico
introspectivo y sensible, pero también rebelde y mordaz que siempre en el fondo
fue Charly, más allá de la pantomima de rockstar que conocimos los que vivimos
los noventas.
Artísticamente, hallo difícil que la obra de Sui Generis pueda jamás ser
superada por nadie.
Y a pesar de todos sus afamados hits de fogón, elijo para acompañar esta
reivindicación una canción no tan congraciada, sencillamente porque es
extraordinaria y porque el fragmento a partir de "Yo crecí con sonrisas de
casa ..", es lo más cercano musicalmente a "lo sublime" de lo
que hablaron algunos filósofos y estetas.
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