jueves, 23 de enero de 2014

El legado de Fabio Manes

En cierta forma, existen dos clases de personas: los que miramos Filmoteca todas las noches, y los que no.
El fallecimiento de Fabio Manes cobra dimensiones totalmente diferentes según el grupo humano al que se pertenezca desde esta perspectiva.
Para los primeros, que no es descabellado figurarse como un ínfimo y bizarro cacho de humanidad, ya nada será igual en nuestras trasnoches.
Para la otra flagrante mayoría, quizá sea conveniente hacer un par de aclaraciones. Por ejemplo, quién era Fabio Manes. Y quizá, qué es Filmoteca., para que al menos puedan valorar el justo reconocimiento de quien nos acaba de dejar.
Fabio Manes era uno de los conductores, en extraordinaria dupla con Fernando Martín Peña, del programa televisivo Filmoteca, un ciclo de cine que se emite todas las medianoches desde hace largos años por Canal 7. Falleció ayer luego de una enfermedad que lo tuvo ausente de la transmisión durante algunos meses.
El programa es una maravillosa epifanía que emana en la trasnoche televisiva con perfil bajísimo en medio de la ruidosa y fútil bazofia que ahoga a la televisión día a día. Si no eras espectador habitual del programa, igual es casi seguro que por lo menos alguna vez haciendo zapping, entre famosos bailando,  gritos hilarantes, panelistas y discusiones de incierta gracia, de repente te hayas topado con dos tipos hablando calmadamente, de buen ánimo, con profundo conocimiento sobre cine, pasión, seriedad, lo que no quita sentido del humor, porque tenían esa dosis exacta de combinar la sobriedad con un sentido del humor único, sin nunca caer en la trivialidad. Hasta se permitieron presentar una semana dedicada al cine de cowboys vestidos de vaqueros, o disfrazarse de Dios y el diablo respectivamente, y a la semana siguiente aparecer nuevamente con sus sobrias camisas como si nada. Los copetes a modo de conversación previa a la proyección de las películas, eran un espectáculo aparte para deleitarse que quedará en los anales más memorables de la televisión argentina. Siempre con el equilibrio justo, la palabra precisa y exacta, el chiste ocurrente y oportuno, el criterio estético y cinemátografico, la sencillez, el despojo de esnobismo y fatuidad, la genuina pasión por compartir y divulgar un cine no comercial casi inaccesible en ocasiones para las grandes masas.
Es de enorme trascendencia la labor realizada por ambos. Coleccionistas apasionados y eruditos del cine, forman parte de una estirpe de personas de las que ya casi no quedan, en tiempos de internet, digitalización y 3D.
Tengo el vano privilegio de haber sido uno de los pocos testigos presenciales de la última aparición pública de Manes, ya que se dio en el marco del “Bazofi”, uno de los ciclos de cine que cada tanto organizaban los conductores en paralelo al programa de televisión, además de “Filmoteca en vivo”, en los que, al estilo del ciclo televisivo, proyectan películas haciendo la presentación, pero en una sala de cine.
En el “Cuarto o quinto Bazofi” (así se dio a conocer), fui a casi todas las funciones. Un día Manes no vino, habiendo estado en perfectas condiciones la función anterior. Peña fue escueto con la explicación de rigor: Manes se encontraba enfermo y esperamos tenerlo pronto nuevamente entre nosotros. No apareció más por ese “Bazofi”.
En el programa de televisión siguiente, Peña y una explicación similar. Y los seguidores nos quedamos sin comprender demasiado, pero suponiendo que se trataba de una cuestión de días, o a lo sumo, como exageración, de semanas. Habrá sido una gripe, una fiebre.
Pero los días, las semanas y los meses transcurrían. Y Manes no volvía. Ya la suposición de algo leve y momentáneo se desvanecía y comenzaba a cundir la incertidumbre. ¿Qué pasa con Manes? Cada tanto, alguna vaga explicación de Peña. La misma. La nada. Aunque es obviamente comprensible una cuestión de respeto, privacidad u otro noble motivo que te haya llevado al mutismo (porque lo tipazos que son traspasaba la pantalla), íntimamente te lo reproché Fernando. Merecíamos algo más. Alguna mínima explicación de lo que sucedía con el querido Manes. No todo. Un algo.
Pero ya está. Al final nos abandonaste Manes, y nada va a quitar la tristeza de no contar más con tu generosa y cálida presencia.
Nos queda Filmoteca, ese mágico espacio de encuentro y buen cine que supieron construir a pura genialidad, simpleza, buena onda, humor y pasión con Peña, tan entrañable como vos, cuyo legado espero continúe, con tu dolorosa ausencia, pero eternamente dedicado a tu memoria.

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