Por qué fue una sorpresa
Del Caño, militante y luchador socialista catapultado electoralmente en base a los buenos resultados que viene obteniendo en la provincia de Mendoza, donde sacó la mayor ventaja dentro de la interna presidencial del FIT, y lo que explica en buena medida su imprevisto triunfo, tuvo una poco afortunada carta de presentación para dirimir la disputa interna con el PO, enmarcada dentro de la desacertada estrategia general del PTS -más allá del circunstancial resultado obtenido- que fue apelar a una cuestión “generacional” (Del Caño es “joven” y Altamira no) digna de un eslogan de marketing superfluo más propio de los candidatos del régimen asesorados por “gurúes” extranjeros. Un argumento vacío de contenido por donde se lo analice; no es necesario rebatir nuevamente aquí la trivial apelación a la edad de los candidatos como supuesta necesidad de una “renovación” dentro del frente, superficialidad ya objetada de manera muy aguda desde el PO.
La otra consigna que más se ha repetido desde el PTS como bandera política de campaña es que los funcionarios deben ganar “como una maestra (sic)”, lo cual, si bien de alguna manera ha sido una clásica reivindicación de la izquierda, no es justamente la más sustancial como para ponerla a la cabeza de los reclamos y organizar toda una campaña sobre ella, y además, enunciada de tal forma puede hasta sonar sexista y validar estereotipos anacrónicos ¿Sólo las mujeres son maestras? De ahí a decir que ellas son quienes crían a los hijos, lavan los platos, hacen las tareas domésticas, etc., hay un breve trecho. Una muestra de que la “renovación” no tiene que ver con la edad.
Otra circunstancia que contribuye a lo sorpresivo de este resultado electoral en la interna del FIT, es el mayor armado, presencia territorial y organización del PO en la mayoría de las provincias del país en comparación al PTS, además del acuerdo con numerosas organizaciones de izquierda, por lo general hostiles a la intervención electoral, alcanzado por la lista Unidad, el más mentado de los cuales se dio en la provincia de Jujuy con Carlos “Perro” Santillán. A esto, hay que añadir la temprana adhesión a la postulación de Altamira por parte de Izquierda Socialista (IS), el tercer partido que integra el FIT y que estuvo representado en la fórmula presidencial con la candidatura a vice de Juan Carlos Giordano, acompañamiento partidario que ya había quedado de manifiesto en el gran congreso obrero realizado en noviembre del año pasado en un Luna Park colmado, organizado por el PO.
Evitar un electoralismo desmesurado
Teniendo en cuenta estos factores, resulta difícil comprender los resultados de la interna, pero las votaciones siempre tienen esta cuota indescifrable que exceden a cualquier análisis político. Hay que ser muy prudentes en asignarle un valor sobredimensionado a los guarismos de los comicios, esto es algo que la izquierda siempre ha tenido muy claro. De seguir una lógica electoralista extrema, caeríamos en el ridículo de suponer que Scioli, Macri y Massa son los mejores exponentes políticos de la nación, cuando no lo son ni siquiera de la clase burguesa. Para cualquiera que siga con algo de atención el desarrollo de la vida política del país, es fácil advertir que dentro de los partidos patronales, o al menos que no plantean la supresión del sistema capitalista, está lleno de dirigentes más capacitados en la propuesta de mantener el régimen vigente. Si uno toma cualquier político de carrera al azar, seguramente se trate de un dirigente mejor formado que los tres “jinetes del ajuste”. Ahora, ello no necesariamente se refleja en votos, por lo que una disputa electoral no define un “examen de calidad” entre dirigentes, como lo demuestra el destino político de quizás los dos mejores cuadros políticos no revolucionarios, en este caso provenientes del reformismo de centroizquierda: Claudio Lozano y Fernando “Pino” Solanas, hoy completamente relegados y marginados del escenario político electoral.
Sería grave para el PO sacar conclusiones erradas de estos comicios por otorgarle demasiada relevancia a porcentajes circunstanciales de votos, cuando el trabajo de construcción tenaz y paciente ha sido su mayor virtud y una de las razones del crecimiento del Frente de Izquierda, junto con la formación de grandes cuadros en sus bases militantes, cualidad compartida con todos los partidos marxistas, y la gran labor dirigencial, donde el PO se destaca con la tarea de Altamira, Néstor Pitrola, Marcelo Ramal y Gabriel Solano.
Algunos se tentarán de señalar “errores” estratégicos, como no haber dado el debate con Del Caño, o que el PTS tuvo un mejor manejo de la comunicación, a través de la inversión en redes sociales, etc. Lo cierto es que, de cara a la sociedad, hay que poner el énfasis en el debate con los partidos capitalistas y no en la disputa interna del FIT, y por otro lado, la supuesta ventaja del PTS en el manejo del marketing, las redes sociales y demás medios digitales, analizando contenidos y forma, es muy dudosa. Esto también se refleja en la fracasada experiencia de “La Izquierda Diario”, que no deja de ser la prensa partidaria con una aparente presentación más neutral, cada vez menos perceptible, pero que no ha de marcar ninguna diferencia en cuanto a llegada e inserción de su prensa orgánica.
Apoyo kirchnerista
Una lectura que se ha hecho, muy factiblemente acertada y que pudo haber tenido alguna incidencia en la votación, es que el kirchnerismo, en su afán de usufructuar cierta tendencia divisionista dentro de la izquierda, ha apoyado la candidatura de Del Caño, dada su conveniencia del triunfo de una lista monopartidista y faccionalista ante una lista de unidad y consenso dentro del FIT, un espacio que se ha consolidado como un polo de referencia importante para el electorado de izquierda y el que más molesta a los kirchneristas porque es demoledor desenmascarando el pseudo “progresismo” de este gobierno (siendo Altamira mucho más contundente en este sentido que Del Caño), algo que los pone nerviosos porque las críticas provenientes de sectores de la derecha alimentan su pretendido carácter “izquierdista”, respondiendo ante ellas con diatribas en contra de los “monopolios” (a los que no dejan de favorecer) y de los “neoliberales noventistas” (sin ponerse colorados, habiendo acompañado la mayoría de ellos esa política, empezando por la presidenta), etc., pero frente a los profundos cuestionamientos de una izquierda clasista, seria y consecuente, no tienen nada para responder.
Este apoyo K a Del Caño se habría expresado no sólo en los medios del conglomerado mediático kirchnerista, armado con capital del Estado y de empresarios amigos y caracterizado por su escasa audiencia y número de lectores, sino que se habría traducido directamente en votos de kirchneristas que en esta ocasión “sacrificaron” su culposo sufragio a Scioli, cuya victoria estaba cantada, con el objeto de promover el divisionismo dentro de la izquierda y que se imponga una expresión más laxa. Son votos que se perderían en octubre, cuando los kirchneristas desencantados con la descomposición del relato que termina en Scioli, se tapen la nariz en el cuarto oscuro para esta vez sí sufragar por el motonauta, ante el presunto “avance de la derecha” que implicaría un triunfo de Macri.
Proteger al FIT
Así dadas las cosas, uno de los peligros que puede traer aparejado el desenlace de la interna del FIT es que, sobrevalorando este empate técnico favorable por algunos céntimos a la otra lista en la candidatura presidencial, si bien el PO ha vencido en muchos distritos, se piense que el camino de la izquierda debería ser el de “aggiornarse” y postular candidatos en base a una cuestión etaria o de imagen, apelando a muletillas insustanciales con el afán de captar votos. La consigna “renovar y fortalecer” encarna la incertidumbre del significado de esa supuesta “renovación”. Puede representar el abandono de aportes muy valiosos de la tradición marxista, desacreditando luchadores y militantes insuperables por una cuestión “generacional”, y caer en un mensaje vacío de contenido.
La tarea del PO de aquí en más debería ser justamente evitar esto, continuar desarrollando el FIT apoyando todas las candidaturas surgidas de las PASO, pero también sosteniendo el contenido profundo y revolucionario en el planteo del frente, evitando un salto al vacío y a la banalidad.
La cantidad de incoherencias en esta nota asombra. Altamira es el mejor exponente y el Po la orga más desarrollada y estructurada, luego "las votaciones siempre tienen esta cuota indescifrable que exceden a cualquier análisis político" (Dios obra de maneras misteriosas). Honestamente si no se sabe cómo construir un análisis para qué nos hacen perder el tiempo leyendo esto. Luego se pasa a argumentar que lo electoral no expresa la "calidad" de un dirigente. ¿A quién le importa muchachos? Es un debate sobre el sexo de los ángeles para consumo de una militancia interna, ni siquiera es el eje en discusión acerca de la influencia política de la organización y el FRACASO total en hacer un diagnóstico mínimamente acercado a la realidad. El golpe más duro no fue para Altamira en realidad, fue para su forma delirante e irreal de medir los fenómenos políticos. La brújula que utilizan está rota muchachos, la fe en los dirigentes infalibles y el dogma no son buenos consejeros para operar en la realidad. El Pts no es en nada diferente a ustedes, son almas gemelas. Ellos explotaron la sensación bastante extendida en la izquierda de que en los partidos de izquierda hay camarillas enquistadas que dan órdenes a una militancia sumisa desde hace décadas y de que es necesaria una nueva izquierda ni dogmática ni verticalista, que abra la puerta al debate intelectualmente honesto, que hoy brilla por su ausencia. El Pts no es en realidad ese cambio, son iguales a ustedes, destruyen lo que no pueden manipular. Pero su verso fue más convincente que el de ustedes. Le deseo fraternalmente a la militancia del PO que aproveche este golpe circunstancial a su épico narcicismo de ombligo del mundo izquierdista para procesar una crisis que le permita encarar cambios reales en la forma de pensar la realidad, mayor realismo, más descripción científica de fenómenos y menos dogma de fe revolucionaria alucinada, más usar la propia cabeza y ser críticos y menos fe en dirigentes geniales.
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