jueves, 26 de noviembre de 2020

D10S HA MUERTO


No soy futbolero, no soy maradoniano, soy hincha de River, pero me sumo a los millones que en Argentina y en el mundo comparten su emoción en las redes por la muerte de Diego Maradona, aunque no sea “progre”, “intelectual”, “cool”, ni “feminista” hacerlo. Porque claro, si bien el sentimiento de duelo es casi unánime, también él tiene sus detractores, quién no. Habrá mantenido seguramente acciones y actitudes repudiables en su vida, quién no. Obviamente no se trata de una deidad inmaculada. El vocablo que se popularizó -“D10S”- una fenomenal creación popular a la altura de las ingeniosas frases que él inmortalizó, desde luego no remite a ningún carácter divino, sino que conjuga su número de camiseta característico y posición en la cancha con su majestuosidad futbolística, pero a la vez remarca su unicidad. Jamás habrá otro igual. 

Porque sí, Diego fue un jugador de fútbol excepcional que llevó a la Argentina a lo más alto del mundo. Para quienes tuvimos la oportunidad de vivir su época de gloria, ni hablar del mundial de México 86, es difícil transmitir lo que nos generó todo eso a las generaciones que no lo vieron. Sin embargo, se equivocan quienes afirman que todos estos tributos, homenajes y la pasión popular que despierta es debido simplemente a eso, a “las alegrías que nos dio como futbolista dentro de la cancha”. Para nada. Su figura trascendió ampliamente lo meramente futbolístico. Diego se convirtió en un verdadero ícono popular y cultural argentino. Es casi la argentinidad representada en una sola persona. Difícil que haya habido o vaya a llegar a haber alguna vez una personalidad que encarne tan profundamente la identidad nacional colectiva de un pueblo, con todas sus contradicciones, virtudes y miserias.

Diego es el Che, pero también es Menem. Es el barrio pobre, pero también el country privado. El jugador de fútbol brillante, ingenioso, generoso y el tipo complicado y con actitudes hostiles. Diego es Argentinos Juniors, Boca, Newells, Gimnasia; River, Independiente, Racing, Huracán. 

Casi uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia, es cuando Argentina salió campeón en 1986, y apenas terminado el partido final, automáticamente salimos en familia al balcón a tirar papelitos, y vi asombrado como en todos los balcones del barrio estaba sucediendo lo mismo. Desde la mentalidad de un niño muy pequeño, no podía entender esa acción social espontánea. ¿Cómo se habían puesto de acuerdo todos los vecinos de la ciudad para salir al balcón a tirar papelitos?

Ayer a la noche nuevamente fui testigo de todos los edificios sincronizados en un aplauso espontáneo, esta vez para despedirlo. Los vecinos que en general suelen estar atravesados por una actitud hostil en esta gran ciudad, ayer se unían al grito de “grande Diego”, con una sensación extraña de dolor mezclado con aliento y alegría.

Diego es eso. Diego es Argentina. Diego es pueblo.

Agradezco haber sido contemporáneo suyo. Hoy nace el mito.

Diego es D10S


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