sábado, 25 de febrero de 2017

Lanata, cínico y jodido


En la última de sus habituales columnas que salen publicadas los sábados en el diario “Clarín”, el periodista Jorge Lanata acaba de ensayar una suerte de catarsis por su frustración sobre la ruinosa marcha hacia el abismo del gobierno, al que ansía que le vaya bien.

”Gente bastante cínica y jodida”, titula el cronista su nota. Pero, contrariamente a lo que podría suponer la mayoría de la población (como ya se está viendo reflejado en las encuestas), estos epítetos no se los endilga al presidente y a su cohorte de Ceos y arribistas que gobiernan, sino... ¡a nosotros, el pueblo!

En su artículo sabatino, Lanata afirma que el “cambio” por el que votó la sociedad argentina no está avanzando debidamente, no por culpa de Macri y su consabido equipo al que había presentado como "el mejor de los últimos cincuenta años", sino a causa de la gente común, los docentes, los trabajadores, que, a su criterio, somos vagos, cómodos y tramposos, entre otras cosas. Su intento por cubrir al gobierno no encuentra límites.

“Votamos cambiar, pero la mitad del país no quiere hacerlo. Cambiar significa trabajar”, nos reta Lanata desde el púlpito. “Queremos maestros que nunca sean evaluados sino por sí mismos y, en cualquier caso, queremos prohibir la difusión de las evaluaciones al público: si el maestro es un inútil debe ser una sorpresa del ciclo lectivo”, continúa el reportero con su facilidad de clasificar la "utilidad" o no de las personas, peor tratándose además de una de las profesiones más dignas, con salarios básicos de 10 mil pesos y ninguneados por todos los gobiernos de turno. Aquí no hay grieta. Al momento de bastardear a los maestros, tanto “neoliberales” como “nacionales y populares”, sacan a relucir los más rancios prejuicios y falacias sobre la actividad docente. En este punto, Lanata se equipara a CFK, quien cuando gobernaba, para desautorizar los reclamos de los maestros, sugirió que trabajan poco.

Sin embargo, uno de los pasajes más impúdicos del breve artículo de Lanata, pero que puede pasar desapercibido por lo confuso, es cuando se queja de que supuestamente todos pensamos que la riqueza se crea sola, como si fuese "un árbol de oro del que uno va sacando ramitas: nadie lo generó, nadie debe mantenerlo". No obstante, cuando pretende dar una explicación, elige ignorar que la riqueza la producen los trabajadores con su esfuerzo a base de la explotación por parte de una clase parasitaria, y pone énfasis en que ésta surge de los impuestos. No sin antes aclarar: “Un tercio de nosotros trabaja y paga impuestos, otro tercio trabaja pero no los paga y el tercio final no trabaja”. Es decir, que para Lanata los trabajadores en negro, informales, precarizados, y los desocupados, más que ser el último escalafón de los excluidos y marginados por este sistema; son más bien gente que "no paga impuestos" y por ende no contribuye a la riqueza, a diferencia de él, que si los paga y seguramente en gran cantidad, debido a las fortunas que gana. Ese vendría a ser, en el fondo, el eje de su reclamo. Un cinismo total.

Hace rato que Lanata ha dejado de ser un emblema del “periodismo progresista” de la clase media y ha degenerado en un ariete servil a los sectores más concentrados. Sin embargo, su fuerte postura “anti K” le ha valido la simpatía de una amplia gama de la sociedad debido al hartazgo que la anterior administración ha producido en la ciudadanía. Pero su ya amarga soberbia y las posiciones retrógradas que mantiene, lo llevan a sostener los lugares comunes más básicos y falaces de los prejuicios reaccionarios, argumentando básicamente que si el país no sale adelante, es porque los argentinos somos haraganes, corruptos, ladrones, etc.

Ante los comunicadores que defienden u ocultan las políticas de ajuste del actual gobierno y aquellos que bregan por el retorno del anterior, también de carácter patronal, ajustador y precarizador, defendemos los medios alternativos y comunitarios, como una forma más que tenemos los de abajo para contribuir a organizarnos bajo una nueva orientación social, sin seguir a los Macri, los K, los Lanata, los Leuco, los Victor Hugo o los Navarro.

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