jueves, 26 de noviembre de 2020

D10S HA MUERTO


No soy futbolero, no soy maradoniano, soy hincha de River, pero me sumo a los millones que en Argentina y en el mundo comparten su emoción en las redes por la muerte de Diego Maradona, aunque no sea “progre”, “intelectual”, “cool”, ni “feminista” hacerlo. Porque claro, si bien el sentimiento de duelo es casi unánime, también él tiene sus detractores, quién no. Habrá mantenido seguramente acciones y actitudes repudiables en su vida, quién no. Obviamente no se trata de una deidad inmaculada. El vocablo que se popularizó -“D10S”- una fenomenal creación popular a la altura de las ingeniosas frases que él inmortalizó, desde luego no remite a ningún carácter divino, sino que conjuga su número de camiseta característico y posición en la cancha con su majestuosidad futbolística, pero a la vez remarca su unicidad. Jamás habrá otro igual. 

Porque sí, Diego fue un jugador de fútbol excepcional que llevó a la Argentina a lo más alto del mundo. Para quienes tuvimos la oportunidad de vivir su época de gloria, ni hablar del mundial de México 86, es difícil transmitir lo que nos generó todo eso a las generaciones que no lo vieron. Sin embargo, se equivocan quienes afirman que todos estos tributos, homenajes y la pasión popular que despierta es debido simplemente a eso, a “las alegrías que nos dio como futbolista dentro de la cancha”. Para nada. Su figura trascendió ampliamente lo meramente futbolístico. Diego se convirtió en un verdadero ícono popular y cultural argentino. Es casi la argentinidad representada en una sola persona. Difícil que haya habido o vaya a llegar a haber alguna vez una personalidad que encarne tan profundamente la identidad nacional colectiva de un pueblo, con todas sus contradicciones, virtudes y miserias.

Diego es el Che, pero también es Menem. Es el barrio pobre, pero también el country privado. El jugador de fútbol brillante, ingenioso, generoso y el tipo complicado y con actitudes hostiles. Diego es Argentinos Juniors, Boca, Newells, Gimnasia; River, Independiente, Racing, Huracán. 

Casi uno de los primeros recuerdos que tengo de mi infancia, es cuando Argentina salió campeón en 1986, y apenas terminado el partido final, automáticamente salimos en familia al balcón a tirar papelitos, y vi asombrado como en todos los balcones del barrio estaba sucediendo lo mismo. Desde la mentalidad de un niño muy pequeño, no podía entender esa acción social espontánea. ¿Cómo se habían puesto de acuerdo todos los vecinos de la ciudad para salir al balcón a tirar papelitos?

Ayer a la noche nuevamente fui testigo de todos los edificios sincronizados en un aplauso espontáneo, esta vez para despedirlo. Los vecinos que en general suelen estar atravesados por una actitud hostil en esta gran ciudad, ayer se unían al grito de “grande Diego”, con una sensación extraña de dolor mezclado con aliento y alegría.

Diego es eso. Diego es Argentina. Diego es pueblo.

Agradezco haber sido contemporáneo suyo. Hoy nace el mito.

Diego es D10S


sábado, 25 de febrero de 2017

Lanata, cínico y jodido


En la última de sus habituales columnas que salen publicadas los sábados en el diario “Clarín”, el periodista Jorge Lanata acaba de ensayar una suerte de catarsis por su frustración sobre la ruinosa marcha hacia el abismo del gobierno, al que ansía que le vaya bien.

”Gente bastante cínica y jodida”, titula el cronista su nota. Pero, contrariamente a lo que podría suponer la mayoría de la población (como ya se está viendo reflejado en las encuestas), estos epítetos no se los endilga al presidente y a su cohorte de Ceos y arribistas que gobiernan, sino... ¡a nosotros, el pueblo!

En su artículo sabatino, Lanata afirma que el “cambio” por el que votó la sociedad argentina no está avanzando debidamente, no por culpa de Macri y su consabido equipo al que había presentado como "el mejor de los últimos cincuenta años", sino a causa de la gente común, los docentes, los trabajadores, que, a su criterio, somos vagos, cómodos y tramposos, entre otras cosas. Su intento por cubrir al gobierno no encuentra límites.

“Votamos cambiar, pero la mitad del país no quiere hacerlo. Cambiar significa trabajar”, nos reta Lanata desde el púlpito. “Queremos maestros que nunca sean evaluados sino por sí mismos y, en cualquier caso, queremos prohibir la difusión de las evaluaciones al público: si el maestro es un inútil debe ser una sorpresa del ciclo lectivo”, continúa el reportero con su facilidad de clasificar la "utilidad" o no de las personas, peor tratándose además de una de las profesiones más dignas, con salarios básicos de 10 mil pesos y ninguneados por todos los gobiernos de turno. Aquí no hay grieta. Al momento de bastardear a los maestros, tanto “neoliberales” como “nacionales y populares”, sacan a relucir los más rancios prejuicios y falacias sobre la actividad docente. En este punto, Lanata se equipara a CFK, quien cuando gobernaba, para desautorizar los reclamos de los maestros, sugirió que trabajan poco.

Sin embargo, uno de los pasajes más impúdicos del breve artículo de Lanata, pero que puede pasar desapercibido por lo confuso, es cuando se queja de que supuestamente todos pensamos que la riqueza se crea sola, como si fuese "un árbol de oro del que uno va sacando ramitas: nadie lo generó, nadie debe mantenerlo". No obstante, cuando pretende dar una explicación, elige ignorar que la riqueza la producen los trabajadores con su esfuerzo a base de la explotación por parte de una clase parasitaria, y pone énfasis en que ésta surge de los impuestos. No sin antes aclarar: “Un tercio de nosotros trabaja y paga impuestos, otro tercio trabaja pero no los paga y el tercio final no trabaja”. Es decir, que para Lanata los trabajadores en negro, informales, precarizados, y los desocupados, más que ser el último escalafón de los excluidos y marginados por este sistema; son más bien gente que "no paga impuestos" y por ende no contribuye a la riqueza, a diferencia de él, que si los paga y seguramente en gran cantidad, debido a las fortunas que gana. Ese vendría a ser, en el fondo, el eje de su reclamo. Un cinismo total.

Hace rato que Lanata ha dejado de ser un emblema del “periodismo progresista” de la clase media y ha degenerado en un ariete servil a los sectores más concentrados. Sin embargo, su fuerte postura “anti K” le ha valido la simpatía de una amplia gama de la sociedad debido al hartazgo que la anterior administración ha producido en la ciudadanía. Pero su ya amarga soberbia y las posiciones retrógradas que mantiene, lo llevan a sostener los lugares comunes más básicos y falaces de los prejuicios reaccionarios, argumentando básicamente que si el país no sale adelante, es porque los argentinos somos haraganes, corruptos, ladrones, etc.

Ante los comunicadores que defienden u ocultan las políticas de ajuste del actual gobierno y aquellos que bregan por el retorno del anterior, también de carácter patronal, ajustador y precarizador, defendemos los medios alternativos y comunitarios, como una forma más que tenemos los de abajo para contribuir a organizarnos bajo una nueva orientación social, sin seguir a los Macri, los K, los Lanata, los Leuco, los Victor Hugo o los Navarro.

martes, 10 de enero de 2017

Honestidad brutal de un funcionario de Macri: se cagan en los trabajadores


En un reciente reportaje radial, el titular de la Secretaría de Empleo dependiente del Ministerio de Trabajo, Miguel Ponte, quien no desentona en la “Ceocracia” macrista ya que proviene del grupo Techint; efectuó una declaración que refleja con inaudita claridad la concepción que el gobierno tiene sobre los trabajadores, al comparar el proceso de contratar y despedir empleados con el hábito de comer y defecar. Y citamos textual: “La posibilidad de entrada y salida del mundo laboral es una esencia del sistema laboral. Como en el organismo lo es comer y descomer”, explica el secretario, probablemente afecto a la biología. Al menos tuvo la delicadeza de emplear el eufemismo “descomer”.

La expresión de Ponte no podía ser más esclarecedora, y configura una metáfora ajustada a la mentalidad de clase (burguesa) que forma parte del ADN de este gobierno. Los trabajadores vendríamos a ser como un pedazo de bife, nos mastican, nos chupan todo el jugo, la sangre y cuando ya nos exprimieron todo, tiran lo que quedó a la basura  y luego nos defecan. Este proceso es más breve cuando el pedazo está “podrido” o no se adecua a sus gustos: lo expulsan inmediatamente (un trabajador combativo, “ineficaz”, etcétera).

Sin dudas que no se trata de la mera frase desafortunada de un funcionario -casualmente Secretario de Empleo- sino que estas definiciones se dan en el marco de un año de gestión con cientos de miles de despidos y puestos de trabajo perdidos, tanto en el sector privado como en el público; propuestas de flexibilización laboral encubiertas bajo la promoción del “primer empleo”  y las pasantías, que en realidad lo que hacen es conceder a las empresas una herramienta formidable de explotación de jóvenes con salarios de miseria; la idea del nuevo ministro de Hacienda Nicolás Dujovne de reducir aportes patronales y aumentar la edad jubilatoria, y la firma de una reforma reaccionaria del convenio colectivo de trabajadores petroleros, presentada como un “relanzamiento del proyecto de Vaca Muerta”, pero que no hace sino liquidar derechos laborales como las horas extras, entre otros; modelo que ya se pretende extender a otras ramas de la industria como la electrónica y la textil. Todo esto, claro, con la anuencia de la burocracia sindical, a la que han inmovilizado con un puñado de concesiones como los fondos de las obras sociales, mientras, según datos del propio Indec, la mitad de los trabajadores gana menos de 8 mil pesos, lo que constituye algo así como media canasta básica familiar; el trabajo en negro asciende a casi un cuarenta por ciento y la pobreza a más del 30 por ciento de la población, aspectos presentes ya durante la “década precarizada” gobernada por el kirchnerismo, lo cual plantea un escenario político y social muy sombrío para el oficialismo y la oposición patronal.

lunes, 27 de junio de 2016

Gracias Messi, gracias Selección


El empate de la selección argentina de fútbol frente a Chile en la final de la Copa América, que derivó en una injusta derrota por penales, volvió a reflotar, como era previsible, ciertas críticas de quienes increíblemente aún cuestionan a Lionel Messi, aunque son expresiones cada vez más minoritarias e irracionales. Las diatribas evidentemente se han potenciado debido al hecho de que justo el 10 falló su penal en la definición.
La postura de quienes son críticos del astro ha de estar teñida de una alta dosis de saña personal e incomprensible, o bien de ignorancia futbolística, ya que los hechos deportivos hablan por sí mismos: con apenas 29 años recién cumplidos, Messi ha batido el récord de Gabriel Batistuta y se ha consagrado como el máximo goleador de la historia de la selección argentina, con un asombroso promedio de medio gol por partido. Su rendimiento, tanto en Barcelona como en la selección, es prácticamente siempre superlativo, y ya casi nadie discute que es el mejor jugador del mundo, muchísimos sostienen que de la historia. El amor y la admiración que genera se han visto notablemente reflejados en esta Copa América, con estadios enteros repletos de hinchas de todas partes venerándolo.
En los últimos tres años, la selección argentina ha jugado consecutivamente las tres finales de los importantísimos torneos que se han disputado (un mundial y dos Copas América), perdiéndolas inmerecidamente, y se ha mostrado claramente como el mejor seleccionado del mundo, en cuanto a solidez, nivel de juego e individualidades.
Evidentemente, en estos extraordinarios logros -que no son debidamente reconocidos por la circunstancia de no haber ganado la copa, culpa del azar y la fatalidad que en todo deporte tienen su injerencia- la participación de Messi ha sido determinante. ¿Acaso habría llegado a las finales Argentina sin él?
Pero nada es suficiente dentro del elevado grado de fanatismo y exitismo que rodea al fútbol, que muchas veces es exacerbado por los periodistas deportivos, quienes en vez de analizar fríamente estos increíbles logros individuales de Messi y grupales de la selección, pretenden, como el más básico de los hinchas, la ridiculez de que haga tres goles por partido y gane, él sólo, finales contra los mejores equipos del mundo.
Todos lo quieren y es nuestro. Nos representa, tanto deportivamente como fuera del campo de juego, con una ejemplaridad notable. Pero él, seguramente intuyendo esta oleada de críticas que se venían luego de fallar el penal, ha decidido abandonar la selección.
Este equipo, y Lio en particular, nos han llevado a lo más alto del fútbol mundial, y nos dan motivos para agrandar el orgullo de ser argentinos.
Ojalá, cuando las cosas se calmen un poco, Lío revea esta decisión y nos salve de la abulia de tener que mirar los partidos de la selección sin él en la cancha,

Ojalá nos perdone, una vez más.

martes, 11 de agosto de 2015

El resultado de la interna del FIT y los peligros de una banalización de la izquierda

Uno de los resultados que pasaron más inadvertidos para los medios masivos de comunicación en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) realizadas el pasado domingo 9 de agosto, fue justamente el único del cual estaban pendientes quienes de algún modo u otro se encuentran inmersos en el microclima de la izquierda que suele denominarse trotskista o revolucionaria. Se trata, claro está, de la inesperada victoria del candidato a presidente del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), Nicolás del Caño, sobre su contendiente del Partido Obrero (PO) dentro de la interna del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), Jorge Altamira.

Por qué fue una sorpresa



El carácter sorpresivo de este resultado, que si bien por demás ajustado, ha sido inapelable, obedece a varios factores. Altamira es el dirigente sin dudas más representativo de la izquierda en Argentina, con una vasta trayectoria de lucha y militancia contra el sistema capitalista, hecho que además se refleja merecidamente en los medios, dentro del lugar siempre acotado que a los defensores de esta posición política se les concede, es reconocido como el más importante y mejor exponente de las ideas socialistas y es invitado con cierta regularidad a entrevistas televisivas y demás intervenciones. Referente político respetado e indiscutido para quienes simpatizan con las propuestas de la izquierda con mayor o menor grado de compromiso y conciencia, seguramente sea el mejor dirigente en lo que a formación política y económica se refiere, entre muchos otros aspectos destacables de su liderazgo. Desde ya, estas virtudes se ven potenciadas si la comparación se hace con los candidatos de los partidos tradicionales, sobre todo con los tres presidenciales más votados, a quienes el propio Altamira calificó de “tres peleles que no pueden articular un concepto político”, en un acto de campaña.

Del Caño, militante y luchador socialista catapultado electoralmente en base a los buenos resultados que viene obteniendo en la provincia de Mendoza, donde sacó la mayor ventaja dentro de la interna presidencial del FIT, y lo que explica en buena medida su imprevisto triunfo, tuvo una poco afortunada carta de presentación para dirimir la disputa interna con el PO, enmarcada dentro de la desacertada estrategia general del PTS -más allá del circunstancial resultado obtenido- que fue apelar a una cuestión “generacional” (Del Caño es “joven” y Altamira no) digna de un eslogan de marketing superfluo más propio de los candidatos del régimen asesorados por “gurúes” extranjeros. Un argumento vacío de contenido por donde se lo analice; no es necesario rebatir nuevamente aquí la trivial apelación a la edad de los candidatos como supuesta necesidad de una “renovación” dentro del frente, superficialidad ya objetada de manera muy aguda desde el PO.


La otra consigna que más se ha repetido desde el PTS como bandera política de campaña es que los funcionarios deben ganar “como una maestra (sic)”, lo cual, si bien de alguna manera ha sido una clásica reivindicación de la izquierda, no es justamente la más sustancial como para ponerla a la cabeza de los reclamos y organizar toda una campaña sobre ella, y además, enunciada de tal forma puede hasta sonar sexista y validar estereotipos anacrónicos ¿Sólo las mujeres son maestras? De ahí a decir que ellas son quienes crían a los hijos, lavan los platos, hacen las tareas domésticas, etc., hay un breve trecho. Una muestra de que la “renovación” no tiene que ver con la edad.


Otra circunstancia que contribuye a lo sorpresivo de este resultado electoral en la interna del FIT, es el mayor armado, presencia territorial y organización del PO en la mayoría de las provincias del país en comparación al PTS, además del acuerdo con numerosas organizaciones de izquierda, por lo general hostiles a la intervención electoral, alcanzado por la lista Unidad, el más mentado de los cuales se dio en la provincia de Jujuy con Carlos “Perro” Santillán. A esto, hay que añadir la temprana adhesión a la postulación de Altamira por parte de Izquierda Socialista (IS), el tercer partido que integra el FIT y que estuvo representado en la fórmula presidencial con la candidatura a vice de Juan Carlos Giordano, acompañamiento partidario que ya había quedado de manifiesto en el gran congreso obrero realizado en noviembre del año pasado en un Luna Park colmado, organizado por el PO.


Evitar un electoralismo desmesurado


Teniendo en cuenta estos factores, resulta difícil comprender los resultados de la interna, pero las votaciones siempre tienen esta cuota indescifrable que exceden a cualquier análisis político. Hay que ser muy prudentes en asignarle un valor sobredimensionado a los guarismos de los comicios, esto es algo que la izquierda siempre ha tenido muy claro. De seguir una lógica electoralista extrema, caeríamos en el ridículo de suponer que Scioli, Macri y Massa son los mejores exponentes políticos de la nación, cuando no lo son ni siquiera de la clase burguesa. Para cualquiera que siga con algo de atención el desarrollo de la vida política del país, es fácil advertir que dentro de los partidos patronales, o al menos que no plantean la supresión del sistema capitalista, está lleno de dirigentes más capacitados en la propuesta de mantener el régimen vigente. Si uno toma cualquier político de carrera al azar, seguramente se trate de un dirigente mejor formado que los tres “jinetes del ajuste”. Ahora, ello no necesariamente se refleja en votos, por lo que una disputa electoral no define un “examen de calidad” entre dirigentes, como lo demuestra el destino político de quizás los dos mejores cuadros políticos no revolucionarios, en este caso provenientes del reformismo de centroizquierda: Claudio Lozano y Fernando “Pino” Solanas, hoy completamente relegados y marginados del escenario político electoral.


Sería grave para el PO sacar conclusiones erradas de estos comicios por otorgarle demasiada relevancia a porcentajes circunstanciales de votos, cuando el trabajo de construcción tenaz y paciente ha sido su mayor virtud y una de las razones del crecimiento del Frente de Izquierda, junto con la formación de grandes cuadros en sus bases militantes, cualidad compartida con todos los partidos marxistas, y la gran labor dirigencial, donde el PO se destaca con la tarea de Altamira, Néstor Pitrola, Marcelo Ramal y Gabriel Solano.


Algunos se tentarán de señalar “errores” estratégicos, como no haber dado el debate con Del Caño, o que el PTS tuvo un mejor manejo de la comunicación, a través de la inversión en redes sociales, etc. Lo cierto es que, de cara a la sociedad, hay que poner el énfasis en el debate con los partidos capitalistas y no en la disputa interna del FIT, y por otro lado, la supuesta ventaja del PTS en el manejo del marketing, las redes sociales y demás medios digitales, analizando contenidos y forma, es muy dudosa. Esto también se refleja en la fracasada experiencia de “La Izquierda Diario”, que no deja de ser la prensa partidaria con una aparente presentación más neutral, cada vez menos perceptible, pero que no ha de marcar ninguna diferencia en cuanto a llegada e inserción de su prensa orgánica.


Apoyo kirchnerista


Una lectura que se ha hecho, muy factiblemente acertada y que pudo haber tenido alguna incidencia en la votación, es que el kirchnerismo, en su afán de usufructuar cierta tendencia divisionista dentro de la izquierda, ha apoyado la candidatura de Del Caño, dada su conveniencia del triunfo de una lista monopartidista y faccionalista ante una lista de unidad y consenso dentro del  FIT, un espacio que se ha consolidado como un polo de referencia importante para el electorado de izquierda y el que más molesta a los kirchneristas porque es demoledor desenmascarando el pseudo “progresismo” de este gobierno (siendo Altamira mucho más contundente en este sentido que Del Caño), algo que los pone nerviosos porque las críticas provenientes de sectores de la derecha alimentan su pretendido carácter “izquierdista”, respondiendo ante ellas con diatribas en contra de los “monopolios” (a los que no dejan de favorecer) y de los “neoliberales noventistas” (sin ponerse colorados, habiendo acompañado la mayoría de ellos esa política, empezando por la presidenta), etc., pero frente a los profundos cuestionamientos de una izquierda clasista, seria y consecuente, no tienen nada para responder.


Este apoyo K a Del Caño se habría expresado no sólo en los medios del conglomerado mediático kirchnerista, armado con capital del Estado y de empresarios amigos y caracterizado por su escasa audiencia y número de lectores, sino que se habría traducido directamente en votos de kirchneristas que en esta ocasión “sacrificaron” su culposo sufragio a Scioli, cuya victoria estaba cantada, con el objeto de promover el divisionismo dentro de la izquierda y que se imponga una expresión más laxa. Son votos que se perderían en octubre, cuando los kirchneristas desencantados con la descomposición del relato que termina en Scioli, se tapen la nariz en el cuarto oscuro para esta vez sí sufragar por el motonauta, ante el presunto “avance de la derecha” que implicaría un triunfo de Macri.


Proteger al FIT


Así dadas las cosas, uno de los peligros que puede traer aparejado el desenlace de la interna del FIT es que, sobrevalorando este empate técnico favorable por algunos céntimos a la otra lista en la candidatura presidencial, si bien el PO ha vencido en muchos distritos, se piense que el camino de la izquierda debería ser el de “aggiornarse” y postular candidatos en base a una cuestión etaria o de imagen, apelando a muletillas insustanciales con el afán de captar votos. La consigna “renovar y fortalecer” encarna la incertidumbre del significado de esa supuesta “renovación”. Puede representar el abandono de aportes muy valiosos de la tradición marxista, desacreditando luchadores y militantes insuperables por una cuestión “generacional”, y caer en un mensaje vacío de contenido.


La tarea del PO de aquí en más debería ser justamente evitar esto, continuar desarrollando el FIT apoyando todas las candidaturas surgidas de las PASO, pero también sosteniendo el contenido profundo y revolucionario en el planteo del frente, evitando un salto al vacío y a la banalidad.

jueves, 4 de septiembre de 2014

            ETERNAMENTE GRACIAS

jueves, 23 de enero de 2014

El legado de Fabio Manes

En cierta forma, existen dos clases de personas: los que miramos Filmoteca todas las noches, y los que no.
El fallecimiento de Fabio Manes cobra dimensiones totalmente diferentes según el grupo humano al que se pertenezca desde esta perspectiva.
Para los primeros, que no es descabellado figurarse como un ínfimo y bizarro cacho de humanidad, ya nada será igual en nuestras trasnoches.
Para la otra flagrante mayoría, quizá sea conveniente hacer un par de aclaraciones. Por ejemplo, quién era Fabio Manes. Y quizá, qué es Filmoteca., para que al menos puedan valorar el justo reconocimiento de quien nos acaba de dejar.
Fabio Manes era uno de los conductores, en extraordinaria dupla con Fernando Martín Peña, del programa televisivo Filmoteca, un ciclo de cine que se emite todas las medianoches desde hace largos años por Canal 7. Falleció ayer luego de una enfermedad que lo tuvo ausente de la transmisión durante algunos meses.
El programa es una maravillosa epifanía que emana en la trasnoche televisiva con perfil bajísimo en medio de la ruidosa y fútil bazofia que ahoga a la televisión día a día. Si no eras espectador habitual del programa, igual es casi seguro que por lo menos alguna vez haciendo zapping, entre famosos bailando,  gritos hilarantes, panelistas y discusiones de incierta gracia, de repente te hayas topado con dos tipos hablando calmadamente, de buen ánimo, con profundo conocimiento sobre cine, pasión, seriedad, lo que no quita sentido del humor, porque tenían esa dosis exacta de combinar la sobriedad con un sentido del humor único, sin nunca caer en la trivialidad. Hasta se permitieron presentar una semana dedicada al cine de cowboys vestidos de vaqueros, o disfrazarse de Dios y el diablo respectivamente, y a la semana siguiente aparecer nuevamente con sus sobrias camisas como si nada. Los copetes a modo de conversación previa a la proyección de las películas, eran un espectáculo aparte para deleitarse que quedará en los anales más memorables de la televisión argentina. Siempre con el equilibrio justo, la palabra precisa y exacta, el chiste ocurrente y oportuno, el criterio estético y cinemátografico, la sencillez, el despojo de esnobismo y fatuidad, la genuina pasión por compartir y divulgar un cine no comercial casi inaccesible en ocasiones para las grandes masas.
Es de enorme trascendencia la labor realizada por ambos. Coleccionistas apasionados y eruditos del cine, forman parte de una estirpe de personas de las que ya casi no quedan, en tiempos de internet, digitalización y 3D.
Tengo el vano privilegio de haber sido uno de los pocos testigos presenciales de la última aparición pública de Manes, ya que se dio en el marco del “Bazofi”, uno de los ciclos de cine que cada tanto organizaban los conductores en paralelo al programa de televisión, además de “Filmoteca en vivo”, en los que, al estilo del ciclo televisivo, proyectan películas haciendo la presentación, pero en una sala de cine.
En el “Cuarto o quinto Bazofi” (así se dio a conocer), fui a casi todas las funciones. Un día Manes no vino, habiendo estado en perfectas condiciones la función anterior. Peña fue escueto con la explicación de rigor: Manes se encontraba enfermo y esperamos tenerlo pronto nuevamente entre nosotros. No apareció más por ese “Bazofi”.
En el programa de televisión siguiente, Peña y una explicación similar. Y los seguidores nos quedamos sin comprender demasiado, pero suponiendo que se trataba de una cuestión de días, o a lo sumo, como exageración, de semanas. Habrá sido una gripe, una fiebre.
Pero los días, las semanas y los meses transcurrían. Y Manes no volvía. Ya la suposición de algo leve y momentáneo se desvanecía y comenzaba a cundir la incertidumbre. ¿Qué pasa con Manes? Cada tanto, alguna vaga explicación de Peña. La misma. La nada. Aunque es obviamente comprensible una cuestión de respeto, privacidad u otro noble motivo que te haya llevado al mutismo (porque lo tipazos que son traspasaba la pantalla), íntimamente te lo reproché Fernando. Merecíamos algo más. Alguna mínima explicación de lo que sucedía con el querido Manes. No todo. Un algo.
Pero ya está. Al final nos abandonaste Manes, y nada va a quitar la tristeza de no contar más con tu generosa y cálida presencia.
Nos queda Filmoteca, ese mágico espacio de encuentro y buen cine que supieron construir a pura genialidad, simpleza, buena onda, humor y pasión con Peña, tan entrañable como vos, cuyo legado espero continúe, con tu dolorosa ausencia, pero eternamente dedicado a tu memoria.

viernes, 19 de octubre de 2012

Sui Generis: único en su especie

Aunque pudiera resultar una cosa por demás trillada y hasta "kitsch" por lo gastado a esta altura, siempre es un acto de justicia reivindicar y destacar la obra que nos legó Sui Generis, una de las joyas más valiosas dentro del tesoro artístico de la humanidad, que merece ser reconocida, disfrutada y admirada en el mundo entero.

Impecable desde lo musical, hasta en el más pequeño arreglo Charly García destila un talento y una sensibilidad musical increíble y única. Sus melodías son tan preciosas que enseguida cautivan hasta a quien carezca por completo de cualquier inclinación hacia la música. Sus voces, tan pulcras y armoniosamente combinadas, estremecen.
Con una originalidad peculiar, su música nos eleva a una experiencia poética donde además de lo musical subyace un plano literario, en el que cada canción pareciera convertirse en un pequeño cuento encantador.

Poesía, belleza, creatividad, inteligencia, profundidad, rebeldía, crítica social, sensibilidad, melancolía, en un grado llamativo en muchachos que apenas pasaban los veinte años, hay condensados en los pocos discos que grabaron (tres de estudio), donde cada canción es una pieza clásica e inolvidable de la música contemporánea, y que, a quienes no vivimos esa época, nos da la impresión de que representaran la voz de una generación.


Fue hace poco que me volví a sumergir en la obra de Sui Generis, esta vez desde una mirada más analítica de la que puede tener un adolescente, y la emoción producida ante semejante creación artística fue tal que siento la necesidad de reivindicar una vez más al genio de Charly García. Al de antes, flaco, bardero y reventado; al nuevo, gordito, sedado y bonachón. Esté como esté, Charly siempre va a tener una faceta excepcional, porque él es esencialmente eso; un ser excepcional. No una oveja más del consabido rebaño, y eso está clarísimo en toda su vida y obra.


Quienes, sin conocer su trabajo, tienen determinados prejuicios sobre él por su anterior faceta de escándalos mediáticos y demás, debieran adentrarse profundamente, con alma y vida (como requiere en realidad toda creación artística para ser verdaderamente sentida, percibida y captada) en la obra de Sui Generis para no perderse a un artista inigualable.

En su carrera solista, al virar más hacia el rock, sus composiciones fueron tornándose algo más mediocres y anodinas a mi criterio, por las propias características y limitaciones del género.

En Sui Generis es donde se trasluce de modo más diáfano y prístino el chico introspectivo y sensible, pero también rebelde y mordaz que siempre en el fondo fue Charly, más allá de la pantomima de rockstar que conocimos los que vivimos los noventas.


Artísticamente, hallo difícil que la obra de Sui Generis pueda jamás ser superada por nadie.


Y a pesar de todos sus afamados hits de fogón, elijo para acompañar esta reivindicación una canción no tan congraciada, sencillamente porque es extraordinaria y porque el fragmento a partir de "Yo crecí con sonrisas de casa ..", es lo más cercano musicalmente a "lo sublime" de lo que hablaron algunos filósofos y estetas.


sábado, 5 de noviembre de 2011

miércoles, 29 de junio de 2011

River Plate: la violencia justificada


El descenso del Club Atlético River Plate a la segunda división del fútbol argentino, al margen de ser un golpe insólito y difícil de asimilar para buena parte del país, reafirma paradójicamente la grandeza popular de esta institución.
Un acontecimiento en el que más de sesenta y cinco mil personas están congregadas en un mismo lugar, sufriendo y llorando desconsoladamente, tanto niños, adolescentes, como gente mayor, mujeres, familias enteras, situación reproducida a lo largo y ancho de la geografía nacional, es un hecho social histórico que no se puede menospreciar. Sucesos de esa magnitud se dan muy excepcionalmente. Únicamente se asemeja a algo así, quizás, cuando muere una figura popular muy querida, como ocurrió por ejemplo el año pasado durante las exequias al ex presidente Néstor Kirchner, cuando miles de personas pasaron por la Casa Rosada a despedirlo notablemente conmovidas, por citar un ejemplo histórico muy reciente. En mucha mayor magnitud sucedió en 1974 en el funeral de Juan Domingo Perón.
Pero para provocar tamaña movilización social, no basta con ser figuras populares y queridas, ya que han fallecido numerosísimas personas que reunen estas condiciones, y que sin embargo no provocaron congregaciones masivas ni tremendas conmociones sociales. Tal estremecimiento nacional lo producen solamente personajes que generan una fervorosa pasión.
Esto nos da cuenta entonces de una obviedad: River Plate, al igual que todos los equipos de fútbol de la Argentina, no es una mera entidad deportiva; es sobre todo una pasión. Y las pasiones justamente se caracterizan por estar escindidas de la razón. Si uno se detiene a analizar fría y racionalmente el sentimiento hacia un cuadro de fútbol, seguramente llegará a la conclusión lógica de que ello constituye una ridiculez y que no tiene ningún sentido. Pero a la vivencia de una pasión no se llega como consecuencia de un análisis racional previo para su validación. Simplemente se siente o no se siente. Por lo tanto, es posible compartir o no esa pasión, pero lo que no se puede hacer es desautorizarla. El enamoramiento hacia una persona también es una pasión, y tal vez sometiéndolo a un estudio positivista pragmático llegaríamos a la misma conclusión de que es una ingenuidad sin sentido. Inclusive, uno puede no ser afectado por ese sentimiento, que tiene bastante de irracional, pero no por ello puede decir “mirá qué tonto aquél, está enamorado”. Entonces partimos de la base de que las pasiones pueden ser o no compartidas, pero deben siempre ser respetadas. Lo contrario es una posición extravagante e injustificadamente soberbia.
Otra característica importante de las pasiones es que son una fuente inagotable de fogosos sentimientos: alegría, euforia, ira, desazón, etc. Y tales emociones encarnadas vívidamente en nuestro espíritu como consecuencia de un hecho que atañe al objeto de nuestro apasionamiento, nos conducen a manifestar comportamientos exacerbados acordes al sentimiento producido. El enamorado que como un loco camina por la calle cantando de alegría a extraños al obtener una aceptación de su amada, representado algo estereotipadamente en el cine por ejemplo; o el propio enamorado que incurre en un acto extremo y desesperado como el suicidio en el caso de un rechazo, son muestras claras de que cuando nos vemos invadidos por sentimientos muy intensos, que son a los que suele conducir una gran pasión, obramos de acuerdo a cánones que se salen de lo normal o habitual. Por supuesto que según la personalidad de cada uno se puede exteriorizar más o menos esta sensación emocional interna.
Entonces, en tal sentido son totalmente comprensibles e incluso justificables los desmanes y destrozos que ocasionaron los hinchas de River luego del partido que los condenó al descenso, más allá de los discursos catequistas que han abundado en los medios de comunicación.
Si a usted le asesinan a su madre, no sabe cómo puede llegar a reponder, pero es probable que la primera reacción sea violenta. Si está en presencia del asesino, posiblemente hasta procure agredirlo. Y nadie lo juzgaría por tal acción en tanto esa agresión no se pase de la raya y llegue a mayores.
           Claro que no es equiparable el hecho de que asesinen a su madre con que descienda su club favorito, pero como dijimos, el fútbol para muchos es una pasión, como lo es el amor hacia una madre, y dentro de parámetros futbolísticos, sobre todo para un club como River, que te manden al descenso es como si mataran a tu madre. De hecho, quienes sienten al fútbol como una gran pasión, que en nuestro país son la mayoría, suelen manifestar que quieren a su equipo “más que a su madre”, en un recurso discursivo popularizado ante la insuficiencia de las palabras para describir semejante efusión, pero que ciertamente nos da un indicio elocuente del sentimiento hondo que profesan hacia dicho club.
Entonces, la reacción violenta ante la indignación por el daño causado a una de nuestras grandes pasiones, es comprensible y justificable, en la medida en que no se dañe de gravedad a nadie. Es decir, en el caso del descenso de River, tanto los destrozos al Monumental, como a comercios lindantes, son legítimos actos de exteriorización de una bronca muy grande por la afrenta a una gran pasión, no así el robo de mercadería, que es un acto delictivo que no se vincula con la manifestación de una violencia reprimida como fruto de una irritación pasional.
Incluso, y esta opinión seguramente sea más controversial aún, es entendible y defendible la agresión a quienes se los identifica como responsables (dirigentes, jugadores, técnico, etc.) de esta catástrofe deportiva que afecta enormemente a un objeto de pasión nacional como es River, y también a quienes nos impiden expresar esta genuina bronca (policía, agentes de seguridad, etc.), no así la embestida que trasciende la necesaria descarga de desasosiego moral, y reviste un evidente peligro de herir gravemente e incluso matar a alguien, como por ejemplo la acción de arrojar cascotes, hierros y demás objetos contundentes como los que fueron lanzados el domingo, algunos de ellos inauditos como un puesto de choripan.
Es cierto que esta justificación de la violencia en una medida inofensiva, o en todo caso no muy ofensiva, es provocadora y políticamente incorrecta. Este tipo de violencia sólo se justifica generalmente en el caso de reclamos “serios”, como por ejemplo en diciembre de 2001 en Argentina. Es decir, si el dinero que cierto sector de la sociedad tenía en el banco queda atrapado en un corralito, desde los medios y en la sociedad en general nadie va a demionizar a quienes destruyan bancos, vidrieras o agredan a agentes, lo mismo si es en una manifestación de rechazo a alguna medida política. esa violencia es entendible porque se afectó a la dignidad de la gente.
Ahora bien, tanto en los reclamos económicos como en los políticos, el único fin que se persigue es el bienestar material de sí mismo, o en el mejor de los casos, de un sector social o de la sociedad en su conjunto. Es decir, si tus objetivos son puramente utilitarios y materialistas (tu dinero en el banco, un salario mayor, un empleo, una vivienda, etc.), la violencia es justificada, pero si tus móviles son pasionales, no. Una sociedad que privilegia lo material por sobre lo emotivo y pasional, es impasible y utilitaria. Cierta medida razonable de violencia que no provoque daños mayores, es justificable, opino yo, ya sea en circunstancias en que sintamos que alguien mansilló nuestro ser desde un aspecto material (el gobierno al no brindarme un empleo o una vivienda, etc.),  como en un nivel emotivo o pasional (dirigentes y jugadores de un club que provocan el descenso del equipo de mis amores).
Este descenso es una afrenta al orgullo riverplatense, representa una mancha importante a la grandeza de River en su historia deportiva e institucional. Aunque River ascienda inmediatamente a la categoría A y vuelva a ganar todo, como es factible que ocurra, esta mácula va a ser recordada y será objeto de burla de los simpatizantes rivales de por vida. Basta tomar como ejemplo a Racing y San Lorenzo, que si bien descendieron hace unos treinta o veinte años, en los cánticos tribuneros se les recuerda siempre tal acontecimiento, “vos te fuiste a la B”, y no se hable más. En lo que sí ha quedado intacta la grandeza de River, e incluso pienso que se ha fortalecido aún más, es en la enorme pasión popular que genera. 
Pero esta herida es muy difícil de cicatrizar. Lo único que podría llegar a atenuar en cierta medida este inconcebible y pésimo momento que atraviesa el hincha de River, teniendo en cuenta el famoso "folklore" del fútbol, es que descienda Boca. Eso sólo aliviaría un poco su pesar, aunque no borrará del todo este mal trago perpetuo al que fue sometido por dirigentes y planteles que no estuvieron a la altura de la grandeza de la institución que representaban, y sobre todo, de su gente.

domingo, 8 de mayo de 2011

Por qué desaparecerán los cds y no los libros

     Una tradicional actividad de fin de semana a la tarde: buscar un buen compact tranquilo en la discoteca, tomar un libro interesante de los anaqueles y recostarse distendido un rato en compañía de ambos. Bueno, tal parece que esto no seguirá siendo así por mucho tiempo. Eso si nos dejamos llevar por sombríos vaticinios que nos despojan a uno y otro, libros y cds, de los tiempos venideros. Me sumaré a esos oscuros profetas pero para echar un poco de luz e intentar rescatar de ese funesto presagio al menos a los nobles libros. Los otros son casi insalvables.

I
     Una resuelta y cada vez más terminante agonía viene azotando a los discos compactos desde hace un tiempo. La primera señal de alarma fue el surgimiento de una de las mayores revoluciones sociales de los últimos tiempos, con todas las implicancias e infinitas posibilidades que arraigaba: internet. Allí se encontraba el germen, no aún la enfermedad mortal del compact disc; ésta aparecería hacia el final del milenio a través de Napster, el pionero sistema de intercambio de archivos cuyo logo era una especie de gato con auriculares y que ya permitía descargar música gratis; era el comienzo del fin para todo un emporio industrial. Ese engendro gatuno que regalaba canciones a jóvenes de todo el mundo le clavó los dientes a la industria discográfica y se la fue devorando de a poco, más tarde masticaron lo que quedó de ella el Kazaa, el Emule y hoy en día ya cualquiera intercambia archivos, discos enteros, en cualquier página web, mientras que  a las disqueras les estamos haciendo la extremaunción. ¿Dos, tres… cinco años? Imposible saber con certeza cuánto tiempo de vida les queda, pero es casi seguro que en el futuro los cds, si persisten, serán sólo material de nostálgicos, coleccionistas, de esa estirpe humana como los que hoy tienen tocadiscos por ejemplo.
     Con respecto al soporte en sí, es claro que el cd no tiene ninguna ventaja sobre el mp3, ya sea de índole estética, práctica o de traslado. Suele haber cierto sollozo en lo que atañe a la calidad del sonido, pero aunque en realidad el mp3 ya es bastante consistente en ese aspecto, igual existen otros formatos digitales de altísima calidad, muy superior a la del cd de audio.
     En soporte digital se pueden almacenar cientos de gigabytes, esto es miles y miles de canciones, y cada vez se genera más espacio de memoria en dispositivos más pequeños. En cambio, en un redondel de lata de 12 centímetros de diámetro (o cd), apenas caben unas 12 canciones. Tenés que oprimir “open”, aguardar que tu cada vez más obsoleto equipo escupa la bandeja de la compactera (si es que no está averiada y se queda tildada), que cargue el cd (no siempre con éxito) y todo lo demás. Si sólo querías escuchar un tema de ese disco y luego otra cosa, tenés que sacarlo, volver a guardarlo en la cajita correspondiente, poner el otro, volver a repetir el rito… Pérdida de tiempo, poca practicidad, posibles averías en el reproductor o en el compact mismo, es lo que nos ofrecía este formato.
     En cambio, la superioridad del mp3 es abismal, disponés de toda una enorme discografía toda junta, apenas haciendo un click escuchás la canción que querés, cambiás al instante por otro track de otro artista, de otro LP, el archivo no se puede dañar; son inocultables las ventajas que reviste el soporte digital. Hoy en día ya ni siquiera es necesario  descargar la canción que se desea escuchar, cada vez se consume más música on line, de manera instantánea, a través de páginas como Youtube, Myspace o Goear.
     No cabe la menor duda, el formato digital ya se impuso en el hábito social y el cd de a poco se nos va despidiendo.

II

     Ahora bien, no son pocos los que intentan imponer la certeza de que la misma suerte del efímero compact disc (que fue creado en el 80 y se popularizó bastante más tarde) correrá el legendario y proverbial libro, idea quizás promovida desde sectores con intereses en juego, como las editoriales digitales. Estos augurios de la muerte del libro también vienen, desde luego, de la mano de internet, ya que allí se consigue cualquier texto, gratuita e instantáneamente. Millones de libros y textos están colgados en la red dispuestos a ser leídos. Pero una lectura atenta requiere de concentración, silencio, encontrarse en un estado de comodidad y sosiego, atmósfera que raras veces se obtiene cuando se está frente a la computadora y conectado a internet, pendiente todo el tiempo del Msn, del mail, de Facebook, Twitter, etc. Aún imaginando que se alcanzara ese ambiente de serenidad frente a la pc, de cualquier forma leer en la pantalla es incomodísimo. Hace daño y provoca ardor a los ojos, no se puede subrayar (salvo pasando el archivo a Word, pero igual no es lo mismo), es bastante engorroso. De los libros que he bajado en formato PDF no he logrado leer ninguno, abandono a los pocos párrafos, ya ni siquiera descargo libros de la web porque sé que es en vano. Para leer un libro lo ideal es estar en un sillón o en la cama, lápiz en mano, poder hojear cuando se te da la gana, revisar páginas anteriores o posteriores, el índice, y no tener que andar subiendo y bajando con el mouse, y luego buscar el renglón que habías sombreado para encontrar en dónde te habías quedado, es realmente tedioso e impráctico. Internet estimula la lectura ágil, breve, inmediata: un mail, un post, como mucho un artículo, una noticia, un cuentito. Es magnífico para ello y facilita una fuente inagotable de material. Ahora, leer una obra de literatura, una novela o un libro de ensayos en la computadora, francamente parece imposible.
     Bien, descartada la pc como alternativa de reemplazo del libro, ha aparecido el e-book. Se trata de una suerte de libro electrónico, una tablita digital  del tamaño de una hoja (puede ser doble aunque no por lo general), en la cual se lee cualquier libro, previo almacenamiento del mismo. Es decir que es posible tener toda la bibliografía mundial archivada en esa hojita y disponer del texto que se quiera cuando se quiera. Claro que hoy por hoy el e-book no se encuentra todavía demasiado desarrollado, pero imaginémoslo en todo su potencial, figurémonos el e-book perfecto, como seguramente no se tardará en lograr. Uno que tenga la pantalla muy tenue con una vista muy similar a la del papel, que contenga todos los libros del mundo (supongamos que se haya digitalizado toda la bibliografía internacional y cada autor que edita un nuevo libro debe ingresarlo en el archivo mundial de e-books) y disponga de un lápiz óptico con el cual se pueda subrayar y luego esa hoja queda guardada tal como la subrayamos. Se estaría en presencia, dadas sus características, de un virtual libro, literalmente. Con la pequeña diferencia de que es a la vez todos los libros. Aquí nuestro clásico texto de papel ya no corre con la ventaja que le sacaba a la computadora, como el traslado y la comodidad. Quizás mantenga aún cierta primacía en lo que refiere al aspecto estético; un tradicional libro encuadernado, con la gráfica de tapa, solapa y demás, es mucho más bello que una insípida tablita electrónica, pero convengamos que esto sólo seduciría a los lectores más románticos, no así a la gente fría y pragmática. Se plantearía un escenario de convivencia, e-books y libros clásicos, sin la desaparición de nadie. Pero hay además otra ventaja del viejo libro más allá del factor estético, que es la existencia física simultánea de todas las páginas a la vez. Cuando se tiene un libro entre manos, la primera reacción natural es hojearlo. Constantemente revisamos un libro, nos adelantamos, chusmeamos, aunque no sirva de nada, tal vez para descansar unos segundos. Y aunque con el e-book sea también casi instantáneo (haciendo un click), no es lo mismo, uno no tiene todas las páginas ya, aquí, a mano; tiene sólo una, o a lo sumo dos, las otras están, pero virtualmente; están y no están. Es un plus a favor del tradicional libro esa necesidad que tenemos de poseer el todo disponible ya, a la vista; comprobar empíricamente la existencia de una totalidad, no quedarnos sólo con una parte. Por más que la diferencia de segundos entre hojear papeles y hacer uno o varios clicks en una tecla sea ínfima, influye psicológicamente el hecho de saber que se tiene la totalidad de modo palpable, en concreto, y no hipotéticamente. Hasta físicamente, hojear con los dedos los papeles, tocar la materia sensible, el olor del papel, antes que clickear en una fría pantalla, torna la relación con el clásico libro más cálida y vívida.
     Estas son las razones por las cuales me inclino a suponer que el e-book (mejor formato sustituto posible e imaginable del texto en papel) no reemplazará al libro y, si en alguna medida logra establecerse, no implicaría la desaparición del viejo libro.

sábado, 16 de abril de 2011

"Y en el instante en que las fuerzas lo dejan y las luces de sus ojos se opacan, se pregunta por primera vez si el deseo de probar la muerte es razón suficiente para morir".

domingo, 3 de abril de 2011

Help Peter Pan

Instante espinoso.
Demasiado endeble para afrontar el impávido mundo adulto.
Muy gris y marchito para interferir en la cándida vida adolescente-infantil.
Y ahora, ¿quién podrá ayudarme?
El Chapulín Colorado está retirado y moribundo.
Mandé mi curriculum a Neverland,
pero nunca contestaron.

martes, 15 de febrero de 2011

La fotografía, ¿es arte?

Admito que la sola pregunta es capaz de suscitar sorpresa, rechazo o hasta, quizá, indignación. La duda planteada en el título, casi como poniendo en tela de juicio el carácter artístico de la fotografía provocará encono palermitano, levantará sublevaciones de anteojos cuadrados y ofenderá a muchos más, dada la excepcional expansión de esta actividad en los últimos años, que torna arbitrario este recorte si se quiere superficial de sus adeptos.
Por otro lado, si bien este debate resulta añejo (se mantiene prácticamente desde el surgimiento de la propia fotografía), en la actualidad pareciera haber un consenso social y académico en otorgarle el rango de arte a la fotografía, cristalizado entre otras cosas en las numerosas exposiciones fotográficas en museos, etc.

Es evidente que en el planteamiento de esta cuestión, en seguida se vislumbra un inconveniente primordial: la definición del arte mismo.
¿Qué es arte? ¿Y qué no lo es? Debido a esta aparente nebulosa, se han llegado a exponer como obras de arte latas de sopa (la famosa obra del norteamericano Andy Warhol), perros moribundos (la polémica muestra del costarricense Guillermo Vargas), ablación del propio clítoris (como exhibió en su momento una artista peruana que visitó Argentina hace un tiempo y cuyo nombre no recuerdo y tampoco logro rastrear mediante el omnisciente Google) y otras representaciones de dudoso gusto y valor artístico.

Las definiciones “poéticas”, “artísticas” o mismo “sociológicas” del arte son infructuosas para un abordaje concreto y puntual del tema, como el que pretendemos hacer, por lo cual ni siquiera vale la pena traerlas a colación.
Entiendo por arte entonces, de manera sucinta para este abordaje preciso, algo bello creado o representado por un ser humano con la finalidad de agradar, es decir, erigir un objeto o una cosa que encante, siendo ese el fin en sí mismo. De este modo quedan excluidas las creaciones de animales (por ejemplo un panal de abejas o una tela de araña), ya que son pura disposición instintiva de un organismo que no sabe lo que hace y que obviamente no lo realiza con un fin estético ni tiene la capacidad de percibir belleza, así como también excluyo una cosa bella producida por un hombre pero sin ese propósito (por ejemplo que alguien lance diez latas de pintura a la casa de un ser que detesta con la única intención de humillarlo y agredirlo, pero como resultado deje una hermosa morada bizarra con un bonito collage psicodélico de colores estridentes). Este caso es complicado porque el resultado sin dudas es una obra de arte, ya que un observador ajeno no puede advertir si ha habido intención o no del que lo ha hecho, sólo aprecia la belleza producida, pero de ninguna manera se le debe atribuir talento, destreza, buen gusto, genio creativo o mérito artístico alguno a quien le ha salido eso. Es obra, no de arte, sino de la casualidad. Este sujeto ha cimentado azarosamente una producción estética, pero no es un artista. 

Hemos mencionado entonces cuatro atributos que a nuestro criterio un verdadero artista debería tener: talento, destreza, buen gusto y genio creativo. Expliquemos brevemente cada uno de ellos.
- El talento es innato. Es un don que la naturaleza brinda, una disposición y facilidad natural para desempeñarse en alguna de las bellas artes.
- La destreza se adquiere a fuerza de práctica. Se aprende, no es innata. Se enseña en las escuelas, en los talleres, en los conservatorios, en la academia. A ello se dedican los maestros, a transmitir la habilidad y el oficio para ejercer un arte. Claro que les resultará mucho más fácil adquirir la destreza a aquellos que han nacido con el talento.
- El buen gusto es un concepto complejo, tal vez discutible. Tiene que ver con la sensibilidad para percibir lo bello, pero en ocasiones puede considerarse subjetivo y personal. Una cosa puede ser captada como bella por uno y no por otro. ¿Quién tiene más autoridad al respecto? ¿Cómo se define objetivamente lo bello? Este es precisamente el principal problema de la Filosofía Estética.
Prácticamente en todos los niveles de la vida, la sabiduría y el conocimiento provienen de la experiencia. En este caso quizá podría decirse algo similar, tiene más autoridad en determinado arte la opinión de quien mayor experiencia tenga en el mismo. Así, en las artes plásticas, tendrá más atribución quien haya visto atentamente más cuadros y esculturas. En música, quien ha oído mayor cantidad y variedad de canciones y melodías. En literatura, quien más ha leído, y así sucesivamente. Por supuesto que esto es debatible, y aún así, dos personas que conozcan ambos muchísimo sobre un arte, pueden disentir sobre una obra en particular. Hay factores subjetivos, culturales, sociales e íntimos en el gusto personal de cada hombre. Este es un asunto complejo y para abordarlo apropiadamente quizás habría que remitirse y reflexionar sobre Metafísica de la Estética, el origen, la naturaleza y los fundamentos primarios de lo bello, lo cual no haremos aquí, desde luego.
- Por último, el genio creativo tiene que ver con la capacidad de inventar y crear. La imaginación para generar obras nuevas. Es también una capacidad innata, pero luego es posible que se pueda adquirir técnica y oficio para establecer ciertas “fórmulas” y criterios en el proceso de la creación.

Si bien todas las aptitudes mencionadas son importantes, considero al genio creativo tal vez el más fundamental, ya que de él depende la creación de obras inéditas, es el don que se encarga de agregar nueva belleza al universo, proporciona objetos bellos que antes no existían. Embellece el mundo de una manera original y creativa.
A mi entender, un artista que tiene todo pero carece de genio creativo, es un artista de alguna manera inconcluso. Es un reproductor de belleza, no un creador. Quien tiene talento, destreza y buen gusto, puede reeditar formidablemente la belleza creada por terceros, pero si a eso no suma genio creativo, no añadirá belleza nueva al tesoro artístico humano. Es muy meritorio, ya que otros ni siquiera podemos hacer eso, reproducir pulcramente la belleza creada por otro, pero estimo que mis palabras no serán objetadas si afirmo que es aún más loable aquél que ha creado un objeto novedoso y ha añadido belleza inédita a la existencia. 

Los Danger Four son geniales, hacen covers de los Beatles a la perfección, con una habilidad, un talento y un encanto deslumbrantes. Son artistas con todas las letras, pero ¿acaso alguien duda que los Beatles son infinitamente más grandes y laudables?
Es decir, dentro del arte y los artistas, hay niveles. En todas las artes, se puede inventar algo nuevo o reproducir algo ya creado por otro. Siempre es más meritorio, valoro yo, quien añade algo nuevo de belleza en el mundo.
De este modo, el que prácticamente inventa un nuevo género musical distinto a todo lo que se había oído anteriormente, es más loable que una banda que hace rockanroll stone. Esa banda de rockanroll stone, es más meritoria que un conjunto que hace covers de los Rolling Stones, y dentro de las bandas que hacen covers, son más loables las que reversionan y agregan elementos y enfoques nuevos o modifican las canciones originales, que aquellas que hacen una reproducción “textual” de los temas.
En las artes plásticas, es más meritorio el que crea desde su imaginación un objeto nuevo y desconocido en la Tierra, que aquel que copia un paisaje o un retrato, ya que además del talento, la destreza y el buen gusto, está empleando su genio creativo (el arte abstracto es más meritorio que el realismo, sencillamente por su mayor complejidad creativa, lo cual no significa que el arte abstracto sea más bello que el realismo).
En literatura, es más loable quien inventa una historia fantástica que el que narra una crónica de la realidad, o el que “engorda” el Aleph de Borges u ordena alfabéticamente el Martín Fierro (esto, amén del talento y la cadencia con que se plasmen las palabras en cada caso).
En cine, es más meritorio quien filma su propia creación original que el que reversiona un clásico o adapta un libro. Y dentro de quienes hacen eso, como mencionamos anteriormente con la música, son más meritorios los que añaden cosas nuevas  o modifican su adaptación que los que hacen una versión prácticamente igual al original.

En todos estos casos, por supuesto, estamos dando por sentado que la nueva creación original sea bella. De lo contrario, una reproducción perfecta y bella de una obra ya creada por otro es más valorable artísticamente que una nueva creación propia carente por completo de belleza alguna y de buen gusto.

¡Hemos llegado hasta aquí y ni siquiera mencionamos la fotografía! Consideramos necesario primero dejar planteadas estas perspectivas artísticas más generales, que podrán ser aceptadas o no, compartidas o rechazadas, pero examinaremos la cuestión en base a ellas.

 La fotografía no es otra cosa que un retrato tal cual de la realidad, es un claro ejemplo de reproducción de belleza, no de creación. Pero tampoco es una adaptación de la naturaleza con otros objetos diferentes de ésta (como en el caso de un retrato o paisaje dibujado por un pintor o una escultura humana, que además requiere de destreza y talento manual), sino que es la naturaleza misma, que está “fotocopiada” sobre otro objeto (generalmente un papel o una pantalla de pc) gracias a un artefacto tecnológico que tiene la capacidad de hacer esto. El mérito del fotógrafo no es otro que el de estar presente en el momento y el lugar, encuadrar correctamente un paisaje de la naturaleza, una persona,  un suceso o lo que fuera, y oprimir el botoncito. Claro que hay que tener una sensibilidad especial para captar el tiempo y el cuadro justos, y percibir belleza quizá donde otro no la supo ver. También, hoy en día con las cámaras ultra modernas y sofisticadas, se pueden usar miles de recursos con los colores, luces y sombras, el obturador y demás, por lo cual, es evidente que está mucho mejor capacitado para fotografiar quien adquirió esta habilidad para manejar la cámara que el que no lo ha hecho, sin embargo, alguien que no sabe absolutamente nada de fotografía tranquilamente puede tomar también una buena foto, de hecho es muy usual. Esto raramente sucede en las otras artes.
Pero concedamos que un buen fotógrafo, al igual que un artista, debe poseer destreza y técnica, cosa que como señalamos, se aprende en los talleres y academias, aunque en el caso del fotógrafo la complejidad y la incidencia de dicha técnica sea mucho menor que en las otras artes. Planteado esto, ¿es necesario además un talento natural para tomar buenas fotografías, como claramente necesita por ejemplo alguien que pinta la naturaleza? Es difícil decir esto. Quizás sea necesaria una sensibilidad estética y buen gusto, pero no talento, esto es, una facilidad y habilidad natural física y espiritual innata, como requieren quienes se dedican al canto o a la danza.

En cuanto a genio creativo, éste claramente no puede ser aplicado en la fotografía. No se puede crear algo nuevo e inédito en el mundo a través de esta actividad, se podría quizás montar escenas imaginadas por el propio fotógrafo o por otro, siendo el retrato de esa escena, bella, pero nuevamente, la belleza no es de la foto por sí misma, sino que reproduce la belleza de una escena de la realidad, en todo caso, si se pretende tomar eso como una creación original, este calificativo le correspondería al montaje mismo de la escena, no a la foto.
Si yo tomo una foto del glaciar Perito Moreno, no creé belleza, reproduje la belleza del glaciar. De igual forma, si tomo una foto de una puesta en escena y esa foto es bella, esa belleza no fue creada por la foto, sino reproducida. La escena era bella, y por eso la foto también lo fue. Claro que hay un mérito del fotógrafo en buscar un buen encuadre, tener en cuenta la luz y los colores, etc., pero no crea belleza, la reproduce, con mayor o menor oficio, destreza, intuición y sensibilidad.
Una situación trágica, por ejemplo una madre desesperada o un niño indigente en situación de calle, quizás podrían ser imágenes bellas cuando son captadas por la cámara. Esta imagen bonita que se ve en la foto, ¿es gracias a un talento del fotógrafo de convertir una situación triste en una imagen bella? ¿O es que ese cuadro triste de la realidad conllevaba belleza en sí misma, y el fotógrafo sólo tuvo la sensibilidad de captarla y encuadrarla? Yo me inclino por esta segunda explicación. Casi cualquier cosa, cualquier objeto, persona, paisaje o escena de la realidad, si es recortada y aislada de su entorno, circunscrita, encuadrada y enmarcada (es decir, en otras palabras, fotografiada) va a resultar bella. Unas babosas arrastrándose por el patio de la casa de alguien, no sé si es una imagen bella de la realidad, más bien puede resultar repulsivo para algunos. Sin embargo si yo hago foco quizá en una de las babosas, logro un buen enfoque y la capturo con mi cámara justo cuando estaba sobre una flor, probablemente saldrá una buena fotografía. Esa imagen bella no fue creada por el fotógrafo, simplemente fue percibida por él y luego capturada. Quizás agregue un pequeño plus con el encuadre, el recorte de la imagen, la posición elegida, utilizar tal vez el blanco y negro, el sepia o alguna otra técnica propia de la cámara que produzca un efecto sobre la imagen.

De todas formas, es evidente que hay fotos artísticas, cuando existe una intención de exponer algo bello y a la par transmitir un sentimiento, transportándole una carga subjetiva a la imagen. Tampoco se puede ser tan obstinado de negar todo valor artístico a la fotografía, que evidentemente lo tiene. Pero claramente no toda fotografía es arte. Si yo les saco una foto a mis amigos en un cumpleaños alrededor de la torta o si un flogger se autorretrata para exhibir su flequillo al mundo virtual, seguramente eso no tenga nada que ver con arte, aunque con un afán “artístico” estas fotos fueran tomadas en blanco y negro.
El arte a través de la fotografía se manifiesta cuando hay una finalidad del fotógrafo de transformar la naturaleza a través de su mirada, el enfoque elegido, o produciendo efectos visuales sobre la misma, procurando transmitir de este modo una subjetividad particular y una imagen bella que de por sí no brindaba en igual magnitud la naturaleza en crudo sin ese recorte particular. Aún así, este margen es muy acotado (hablamos de la fotografía pura, sin tener en cuenta toda la posproducción y modificación de las imágenes que es posible realizar actualmente a través de diversos programas de computación, labor que evidentemente reviste un importante proceso creativo y artístico).

De la misma manera que antes distinguimos entre un virtuoso con genio creativo y otro sin él, señalando que si bien ambos son artistas, uno podría ser mejor considerado que el otro, cabría señalar quizá que un arte en el que prácticamente no se puede emplear genio creativo, o al menos esta chance está muy limitada, es inferior que los que sí conllevan esa posibilidad en un grado infinitamente superior, porque tal acotamiento imposibilita al artista de poder desenvolver la capacidad creativa. Desde esta perspectiva entonces, la fotografía vendría a ser, en todo caso, un arte menor.


Fotografía: "Sonámbulos" de Luis Beltrán